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viernes, agosto 20, 2004

ELOGIO DE LO BELLO. En el transcurso de los últimos días, llegó a mí con la fuerza de un alud (no confundir con laúd), la certeza de que existe LO BELLO, y que esto es más importante que "la belleza". LO BELLO radica en un bienestar automático que inunda nuestros cuerpos de una suerte de líquido anesteciante y estimulante a la vez. Este bienestar puede llegarnos por cualquiera de nuestros sentidos (olfato, tacto, vista, gusto, audición). Mientras que la belleza puede ser efímera, LO BELLO perdura como una constante. Su recuerdo es algo patente, fijo y presente. En este breve elogio de LO BELLO, quiero compartir algunas perlas relacionadas con eso: * "El libro de Manuel", de Cortázar (chequear "capítulo" 8, cuando habla del puente entre el Hombre viejo y el Hombre nuevo en relación a la música de Stockhausen)...*"Inútil paisagem" (Jobim) en versión de Sakamoto y los dos Morelenbaum, en el disco CASA ... en realidad, todo el disco es bello (incluso su portada, que muestro acá). Recomiendo su escucha en el crepúsculo.  Posted by Hello

jueves, agosto 12, 2004

ACLARACIÓN: Fernando y Andrés escribieron dos cuentos sobre sendos encuentros con EL DIABLO en el bar La Capilla, sin saber ninguno de los dos, de la existencia del cuento del otro.
Además de las extrañas coincidencias en los relatos, había algo aún más extraño: la descripción de EL DIABLO.
Luego, una vez que los dos leyeron el cuento ajeno, surgió en mí la idea de un tercero que, de alguna manera, amalgame todas las historias.
Esto es lo que sigue:


Pensá un final. Muchos hacen así, arrancan por el final y luego van armando todo hasta el principio.
Lo importante es eso: un buen final.
Pero nada. Y yo como un pelotudo acá, sentado en este bar esperando que se aparezca el diablo.
Pero a Andrés y a Fernando se les apareció, ¿por qué a mí no?. Lo tendría que poder identificar: viejo, medio hecho mierda, pelo canoso y barba canosa... de la ropa no me fío, se la puede cambiar.
Hace tres horas que estoy sentado. Por lo menos la cerveza está barata.
La segunda tenía mejor sabor ¿será cierto eso de que las últimas son las mejores?.
- ¿Me traes otro porrón? – este japonés es piola, se ríe como pensando que me dejaron plantado, de garpe... y sí, en realidad tiene razón, porque mirá si va a aparecer el diablo acá, en La Capilla. Mirá que hay lugares, eh...
- ¿Hoy no viene ninguno? – dice mientras destapa el tercero.
Le hago una negativa con la cabeza.
¡Pero claro! ¡Qué boludo! En “El abogado del diablo”, Al Pacino dice algo así como que el diablo es quien uno menos se imagina.
Empiezo a mirar mejor las caripelas de los que están por acá. ¿No será esa vieja malteñida que habla por teléfono desde hace un rato? ¿Y el paralítico que ya pasó dos veces por la vereda y miró para adentro?
Ojo, también podría ser esa araña chiquita que baja por el marco oxidado de la ventana que da a la ochava.
Ya estoy medio en pedo, seguramente.
Tres cervezas serían... nueve pesos. ¡Nueve pesos al pedo!, ¡Un miércoles a la tardecita...por favor!
Si fuera viernes, al menos... aunque sea, aprovecharía el pedo para la noche...
¿Y si le pido un familiar?... No, me quedo en pelotas.
Encima me estoy meando. Pero si voy al baño se me calienta la cerveza. Mejor hago un esfuerzo, la termino, y después, antes de irme a la bosta, paso a desagotar.
Pelo canoso, barba canosa...no, no aparece ninguno así.
Ahí en la iglesia hay un viejo, pero si ese es el diablo, ¡yo soy Guido Süller!...
¿Y el pendejo que hace malabares con tres naranjas?... la tiene bastante clara, puede que no sea una habilidad natural... por ahí es él.
Si mira le hago una seña.
Ahí está... “vení, vení”, le hago con la mano y lo digo en voz baja.
Me mira feo.
Ahí entra.
- ¿Cómo aprendiste a hacer malabares? - le pregunto y me siento como Rolando Graña.
- ¿Tiene moneda? - me dice. Pendejo de mierda, ni me contestó.
- Escúchame: ¿Cómo aprendiste, eh? - ya mi tono es más severo, seguro que se caga en las patas.
- ¿Me da cerveza? - ¡hay pendejo y la reputa madre que te parió!
- Sí... tomá un vaso... no, dejá... termínalo. – andá a saber dónde carajos puso la jeta antes. ¿Me estaré volviendo neo nazi?
- Bueno... ¿tiene moneda o no?.
- No... rajá.
No, yo me estoy volviendo más pelotudo con los años... encima que no me dice nada, me toma un vaso. Ma´ si... yo le pido otro limpio al japonés.
La panza ya no da más... mejor voy, me hecho un cloro y vuelvo renovado.
Uh... ahora que me paré no quedan dudas: tengo un flor de pedalín.
Si por cada mesa que me choqué hasta llegar a este baño mugroso me hubieran dado un peso... tendría como para el familiar, la puta madre.
Ahhhhhhh...! qué buena meada.
Esto es más de un litro... y sigue.
Mirá qué inmundicia... todo el piso mojado. Andá a saber cuánto hace que no pasan un trapo por acá...

Giró. Quizás fue el alcohol, quizás lo resbaloso del piso, o todo junto, pero en una acrobacia ridícula, cayó de boca contra el suelo.
Un líquido le mojaba suavemente la cabeza. Él pensaba en olas.

La cerveza lo esperaba todavía fresca.
En la mesa había un viejo.

- Está ocupada, maestro. – le dije mirándole el pelo y la barba canosa.
- Sí. Ya sé. Sentáte. – para ser un croto hablaba bien... y no olía tan mal. - Vos me estabas buscando ¿no?
- ¿Yo? – dije como un pelotudo, mientras me sentaba tímidamente.
- Sí, vos. ¿Acaso no esperabas encontrarte al diablo?
Se me debe haber notado en la cara el cagazo, porque el viejo sonrió satisfecho del efecto que produjeron sus palabras.
- Bueno, en realidad, lo que yo buscaba era... era... ¿le sirvo? – dije, mientras le ponía cerveza en el vaso que había usado el pibe de los malabares.
- ¿Decías?
- Nada... eso... que lo que buscaba era... ¡Inspiración! ¡Eso! – ¡bien, Juan... lo cagaste!
- ¿Inspiración para un cuento?... ¿Cómo el de Fernando o el de Andrés?
- ¿Y usted cómo sabe?
- Pibe, creí que ya había demostrado el punto: el diablo soy yo.
- Ah... sí, claro. – viejo choto, encima me curte, pensé lleno de rabia.
- Curtirte es lo que te falta a vos, nene. Tenés que tener más lleca para hablar de igual a igual conmigo. ¿qué te creías?
- Eh... emm... eh....
- Sí, mejor dejá, no digas nada.
Y ahí nomás, che, ahí nomás, el jovato se paró. Noté que debajo de los ropajes ennegrecidos tenía una camiseta de Brasil, esas viejas de piqué.
- Pibe, cuando tengas algo interesante para charlar, buscáme de nuevo. Sino, no me rompas los huevos, ¿querés? – Y salió rápido por la puerta que da a calle Mendoza.

Tenía la frente empapada. Abrió un ojo y vió el lavabo arriba.
Se incorporó de a poco, le dolían los huesos.
Con la verticalidad, llegaron las náuseas. Vomitó mucho en el inodoro aferrándose de la estructura metálica que hacía las veces de marco de la puerta de chapa hundida por los años.
De la canilla sólo salía un chorrito. De la cañería posterior, mucho más.
Llenó un par de veces sus manos con agua, y se limpió la cara.
Salió al salón y fue directo hacia el mostrador.

- ¿Cuánto te debo? – dije en un suspiro. Los tubos fluorescentes me daban vueltas como cartings fuera de control.
- Serían... tres porrones... nueve. – dijo, acostumbrado, el mozo oriental.
Con el pedo que tenía y la ropa medio mojada, me daba un poco de vergüenza volver a casa.
Me fui a la Terminal y me senté en un banco junto a pibes con mochilas y señoras con bolsitos de mano.
Se hizo tarde...creo que en algún momento me dormí. Sí, sin dudas... si ese reloj no está mal son las... ¡cinco de la mañana!.
Uhhhhhh... me fui al carajo...
Llegué a casa. Me pongo a hacer un café, tratando de no hacer mucho ruido.
Siento las escaleras. Debe ser mi viejo que se va a laburar... y yo recién caigo.

Efectivamente, mientras me sirvo el café, lo veo aparecer en la cocina: calzones, camiseta blanca mangas largas, cara de sueño, el pelo canoso todo revuelto... la barba canosa despareja por la almohada...

El pelo canoso... la barba canosa...

Mi viejo me mira y sonríe.
¿FIN?

martes, agosto 10, 2004


Este es Manolo. Manolo es el perro del barrio. Por costumbre, duerme de extrañas maneras (en la foto lo vemos boca arriba, apenas apoyado en una pared). Hoy soñé que Manolo moría degollado a manos del ex suegro de un amigo... Era un corte escueto pero definitivo. Pobre Manolo... Pobre de mí, que sueño estas cosas!

viernes, agosto 06, 2004

"Somos personas con un dramático sentido del humor", dijo. Quizás allí resida lo humorístico... en el drama que envuelve todo, que encierra cada momento, cada chiste. Podría ser peor. Todavía queda el Tibet. Posted by Hello

domingo, agosto 01, 2004

¿SE ENTIENDE? Posted by Hello

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