<$BlogRSDURL$> Weblog Commenting by HaloScan.com

miércoles, junio 16, 2004

PRETÉRITO PERFECTO

- Las mujeres son como los zapatos, Rivoira. – dijo Franza, apretando el lupín entre las yemas de los dedos índice y pulgar de su mano derecha.
Dejó transcurrir algunos segundos como para resaltar el contenido de lo dicho.
Rivoira, que ya lo conocía, se acomodó en la incómoda silla del bar, mirándolo por sobre el vaso del que bebía su tercer liso.
- Aflojan con el tiempo o con el alcohol..- concluyó Franza mirando por la ventana que daba a la calle Alem.
Rivoira enmarcó las cejas como diciendo “puede ser”, pero no contestó.
- Es así, hombre.- siguió Franza. –Esa mina de la que usted me cuenta, tarde o temprano va a caer.
Todas, más tarde o más temprano, caen.
- Pero mire que con esta voy casi muerto... – dudó Rivoira, no muy seguro de hablarlo con la persona indicada. – Si no me da bola, no sé qué hago.
- Pero no hay que ser tremendista, che!... Y si no mire a los japoneses... ¡Qué pueblo ejemplar! Les tiran la bomba atómica y cincuenta años después ya se están pirovando a todo el mundo. Eso es lo que se llama reacción.
Aparte, Julio, usted todavía está en carrera... no llega a los cuarenta. Peor yo, que piso los sesenta.
Las palabras de Mario Franza no parecieron animar demasiado a Rivoira, que como única reacción, hizo la clásica seña al mozo: - Traéme otro liso, Carlos.
Franza colocó cuidadosamente la cascarita del lupín en el platito destinado a tal fin.
El mozo se acercó y le dejó el cuarto liso a Rivoira.
El más joven de los hombres se pasaba la lengua por el bigote tupido, despejando la estela de espuma blanca que había dejado la cerveza.
- ¿Aunque quiere que le diga una cosa? – retomó Franza, - Mujeres, lo que se dice mujeres, eran las de antes.
- ¿Le parece?, dudó Rivoira.
- Pero claro, viejo. Uno tenía que trabajar como un coreano para garcharse a una mina. Era un laburo de locos... Hasta le servía de referencia laboral: Uno iba a una entrevista y cuando le preguntaban si tenía experiencia, podía decir: “Sí, hace dos años que estoy atrás de la hija del viejo Carranza, Norita se llama”. Y el tipo lo tomaba, viejo. Lo tomaba sin dudar, porque sabía que uno era laburador, ¿vió?.
Hoy, en cambio, las pendejas van regaladas... en bolas. ¡Los pibes de hoy no sé si son boludos o putos! A veces veo grupitos de pibas en la calle que le gritan de todo a los pibes, y estos se abrazan, se golpean, se cagan de risa, los boludos... ¡pero no les tocan ni un pelo! ¿Sabe si a los de mi generación se nos regalaban así? Estragos hacíamos. Poblábamos la Patagonia en un par de años.
Pero las de antes eran más sutiles ... te miraban calladas, las muy guachas.
- Ojo que ahora ... – comenzó tímidamente Rivoira.
- ¡Ahora son todas putas! – cortó extrañamente exaltado Franza.
- Pero yo veo a algunos pibes que levantan ... no sé ... Mire a los pibes que salen con esos autos, ¿Vio? ... Esos ganan siempre alguna mina.
- No se equivoque – pareció recobrar la calma Franza – Autos eran los de antes. Esos sí que eran coches. Tanques de guerra, parecían algunos. De acero puro. Había que dejarlos en una vía para que los agarre el tren, si los quería abollar un poco. Usted chocaba y se enteraba porque se le rompía el farolito. Ahora los hacen de plástico. Descartables son. A los cinco años de tener uno ya lo tiene que cambiar. Antes pasaban de generación en generación. Eran como un bien de familia.
Rivoira se dio cuenta de que la conversación se volvía extraña. Ya no se hablaba del tema que lo preocupaba.
Sólo para mantener la charla dijo: - Está lindo el tiempo, ¿no? Este verano va a ser bastante caluroso, me parece.
Franza lo miró fijo por sobre sus lentes ahumados – Me está jodiendo ¿no?
Rivoira lamentó en una fracción de segundo haber tocado el tema.
- ¿Calor? A este clima de mierda no se le puede llamar calor. Tampoco al del invierno se le puede llamar frío. Con esto del efecto invernadero y lo del agujero de ozono ya no hay más cuatro estaciones. Así como hicieron desaparecer a la clase media, nos cagaron un par de estaciones.
Ahora está todo mezclado: en enero uno sale en camiseta y se recaga de frío. Una pulmonía le agarra. En julio, si se descuida y se pone un pulóver, transpira como testigo falso. Después se levanta un vientito de morondanga y se resfría de nuevo. El clima de ahora es una mierda.
- ¿Estaciones? – preguntó retóricamente Franza. Rivoira, que ya se imaginaba la respuesta, se mordía la lengua de la bronca.
- Estaciones eran las de antes, mi viejo. Eran clavadas. Perfectas como un reloj suizo: en verano, calor. Pero agradable, si hasta se podía salir a la vereda y jugar al carnaval. Ahora uno sale cuando hace calor, que tranquilamente puede ser en agosto, y se insola, se agarra cáncer de piel, y si me apura, si me apura hasta el sida se agarra uno.
Y el invierno era hermoso ... Frío, pero seco. ¡Hasta nevó acá, en Rosario! Era otra cosa ... no se puede comparar.
En ese preciso momento, el cerebro de Rivoira hizo un “crack”. De repente, sin aviso, explotó. Se paró como impulsado por un resorte, pegó un manotazo en la mesa tumbando el balón de Franza, y rojo como un tomate le gritó: - ¿Así que antes todo era mejor? ¡Pero por qué no te vas un poquito a la mierda, viejo resentido hijo de mil putas!
Rivoira estaba eufórico. Siempre había querido decirle eso a su compañero de oficina, y recién ese día se pudo desahogar.
La gente de las otras mesas apenas si miraba el incidente.
Franza, mientras tapaba con servilletas de papel la cerveza derramada, se rascó indiferente la nariz, se acomodó la corbata y mirando tranquilamente por la ventana dijo: - ¿Putas? Putas eran las de antes.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?