<$BlogRSDURL$> Weblog Commenting by HaloScan.com

viernes, julio 02, 2004

No recuerdo cuando lo noté.
Sí que no le di demasiada importancia.
Esa noche, cualquier cosa podía suceder. Y que un brazo comience a desvanecerse, no era nada de otro mundo. Vos, recostada sobre un almohadón con la cara del ratón Mickey, contemplabas el techo meneando suavemente las piernas al son de aquella música cadenciosa. Al mirarme nuevamente, el brazo derecho había desaparecido por completo. Y el hombro de ese lado, comenzaba esa lenta procesión hacia la nada. Pasaron un par de minutos todavía no estaba preocupado, vos seguías absorta, marcando el ritmo con las piernas.
Y Mickey comenzó a sonreír.
Primero creí que era una ilusión óptica, pero el muy cabrón se reía de verdad. Incluso le aparecieron las manitos ocultas tras sus, ya clásicos, guantes blancos, con las que me empezó a hacer gestos obscenos ya sin ningún recato. Mi mente estaba confundida, nublada. Y esto empeoró cuando volví a mirarme y noté que ya me había desaparecido casi todo el pecho y parte de la garganta.
Ahí fue cuando me asusté.
Quise llamar tu atención golpeándote suavemente una pierna, pero vos seguías abstraída, como en un sueño. Y encima ese ratón que ahora, directamente, me provocaba tomándose sus partes y dando saltitos cortitos. Te grité, pero no me escuchaste. Ahí supuse que, quizás, al desintegrarse mi garganta, lo mismo había ocurrido con las cuerdas vocales.
¡Mudo! ¡Mudo de por vida!. Imaginé las cosas que ya no podría decir, ni gritar, ni cantar nunca más por los siglos de los siglos, amén.
Y Mickey bailoteaba locamente como extasiado. Parecía Morrison. Bajó su enterito rojo y comenzó a masturbarse frenéticamente en mi propia cara.
¡Y vos sentada casi sobre él!
No pude soportarlo. Intenté pararme, pero mis piernas flaquearon y caí. Caí. Caí. Y seguí cayendo. Una caída de miles de metros. El aire llenaba mis pulmones transparentes y me impedía respirar. Me ahogaba. Creí sentir mi cerebro deslizarse hasta el estómago.
En un rapto de valentía, abrí los ojos con furia.
Estaba en la pieza.
Me concentré y miré fijamente a mi brazo derecho. O al lugar donde debería estar. De a poco, comenzó a formarse nuevamente. Primero los huesos, luego los nervios, los músculos, los tejidos, y, finalmente, la piel. Dirigí mi brazo hacia una de tus piernas y la tomé con tanta fuerza, que saliste de tu ensueño y me miraste sorprendida.
Mickey había vuelto hacia su posición inicial. Tierna, casi inocente.
Mi cuerpo estaba entero de nuevo.
Retiraste suavemente mi mano de tu pantorrilla, acariciándola tiernamente y, sonriendo, sólo dijiste: - Qué mal que te pegó.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?